Día 11: Parque Mont-Tremblant y Ottawa

Kilómetros aproximados: 240.

El despertador sonó a las 7’15 y ya se iba notando el paso de los días, costaba bastante arrancar por la mañana; y también se iba notando en la desorganización de la maleta.

A las 9 y poco salimos al teleférico, al que teníamos acceso ilimitado durante tres días por estar alojados en Sommet des Neiges (parece ser que su coste ida vuelta son 19’80 C$). El día estaba nublado, pero es que este teleférico es tan largo tan largo, que al llegar arriba estaba completamente cubierto de niebla; las vistas deben ser impresionantes en un día despejado, pero no fue nuestro caso. Así que rápidamente bajamos, el viaje fueron 12 minutos; nosotros subimos a muchos teleféricos en Austria, pero ninguno tan largo como este.



Previamente ya habíamos dejado las maletas en el coche, así que nada más bajar del teleférico, alrededor de las 10 salimos hacia el PARQUE MONT-TREMBLANT, bueno en realidad al SECTOR DIABLE. Es un parque tan grande tan grande, que tiene tres sectores, nosotros sólo nos movimos por un trozo de un sector, y vimos de todo, lagos, riachuelos, cascadas, indicaciones para rutas de todo tipo y varios campings.



Nos llevó media hora llegar a la entrada del parque donde se paga, nos costó 8’75 C$ (6 €) por persona, y luego unos 20 minutos más, hasta llegar al parking de la CHUTE-DU-DIABLE, esta ruta es un agradable y sencillo paseo por el bosque de 1’4 kilómetros ida y vuelta. Al final llegas a un mirador frente a la cascada, que cae con mucha fuerza.


















Luego al coche y a otro parking, para hacer otro rutilla, CHUTES-CROCHES, más cortita todavía, unos 800 metros ida y vuelta, sin que tuviera la altura y la fuerza de la otra, en entorno muy bonito y más con los colores otoñales.














Ya de salida, paramos en PETIT LAC MONROE, un lago donde también nos salieron fotos muy bonitas; la verdad que en este parque nos pareció todo muy bonito.






Y tras estos paisajes tan bonitos, ya dimos por finalizada la parte de naturaleza del viaje.



Sobre 1’30 paramos a comer en Benny&Co, dónde hace un par de días y que tanto nos había gustado; pedimos lo mismo, pero esta vez nos dijeron la forma de pedirlo para que nos saliera más barato (pidiendo un duo, tienes un plato con un muslo y otro plato con una pechuga), así que tres duos, las bebidas y un entrante para compartir, costaron 85 C$ (salimos a cerca de 10 € por persona), y nos volvimos a sentar en el saloncito que tanto nos había gustado.



Tras la comida, de nuevo al coche y en un par de horas llegamos a OTTAWA, fuimos directos a un parking y rápidamente al Parlamento, pero como estaba todo en obras, nos costó bastante encontrar la entrada de visitantes, y llegamos tarde a la última visita.

Las entradas hay que reservarlas con antelación, lo que pasa que antes de salir de casa no estaban estas fechas disponibles, durante el viaje las vimos, pero como tampoco sabíamos seguro si nos daba tiempo ir por la tarde o no, pues no hicimos la reserva. Había una chica en la puerta que hablaba español y nos comentó que era imprescindible tener reserva, y que ya no daba tiempo, porque había que pasar un control de seguridad. Ella se fue, pero su compañera muy amable, nos acabó sacando los tickets para mañana a primera hora. Regresamos el coche, que nos costó 8 C$, pues resultó ser un valet parking, que valía 4 C$ cada media hora.

Ya pusimos rumbo al alojamiento, MCGEE'S INN, un bed and breakfast con una decoración bastante curiosa, hicimos el check-in, y tras un corto descanso que no llegó ni media hora, volvimos a salir.

Cogimos un UBER a la zona del Parlamento, no si ni como nos metimos tres detrás, que agobio de trayecto, costó 14 C$ (aquí no hubo propina); y tras ver que ese modelo no tiene 6 plazas más conductor, reclamamos y nos devolvieron el dinero durante esa misma tarde.

OTTAWA es la capital de Canadá, predomina la población anglófona, aunque un tercio es francófona; por lo que los servicios municipales de la ciudad son bilingües. En 1613, el francés Samuel de Champlain pasó por la región y a partir de entonces, cazadores y comerciantes de piel usarían el río Ottawa como ruta hacia el oeste canadiense. Con el fin de Nueva Francia en 1759, el área de Ottawa pasó a control británico y los colonos procedentes de Estados Unidos comenzaron a ocupar esas tierras. El 31 de diciembre de 1857 la ciudad fue escogida por la reina Victoria del Reino Unido, para ser la capital de Canadá, por ser un territorio neutral de las comunidades de habla inglesa y francesa. 

Por la zona del Parlamento, está el NATIONAL WAR MEMORIAL, inicialmente fue en memoria de los fallecidos en la Primera Guerra Mundial, y posteriormente se ha ido modificado para dar cabida también a los de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, la Guerra de Suráfrica y la Misión Militar de Afganistán.



Por aquí se encuentra también CHÂTEAU LAURIER, inaugurado en 1912, pronto se convirtió en uno de los hoteles más importantes del país. En 1981 fue designado como sitio histórico nacional de Canadá, y en 1999 fue adquirido por la compañía Fairmont.



Vimos desde arriba el CANAL RIDEAU, que conecta la capital canadiense con el lago Ontario, abarcando una impresionante longitud de 202 kilómetros. Inaugurado en 1832, su propósito original era asegurar una ruta confiable de comercio y suministro en caso de tensiones militares con los Estados Unidos de América.





Tras esto ya era de prácticamente de noche y la jornada turística no daba para más. De casualidad nos encontramos con el cartel de Ottawa, que no sabíamos ni que existía.




Aunque todavía era algo pronto para cenar, nos fuimos hacía la zona de Bay Market, y decidimos entrar ya en el que habíamos pensado cenar, Zack’s Diner, tipo americano años 50. Primero nos tomamos algo mientras hacíamos tiempo, y luego ya cenamos. Pedimos hamburguesas y sándwichs principalmente, que junto con la doble ronda de bebidas y tres o cuatro postres, costó 226 C$ con propina incluida del 15% (salimos a 26 € por persona); algo caro para lo que cenamos, pero es que nos dejamos 50 C$ en cervezas.





La zona de Bay Market, nos resultaba algo extraña, porque estaba llena de restaurantes y bares de copas, y también había mucho homeless.

Pedimos otro UBER para regresar al hotel, que costo 17 C$ (propina incluida); y a dormir en nada, estábamos cansados, y mañana tocaba otro madrugón.

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