Kilómetros
aproximados: 80.
El último día ya no hubieron
madrugones, al sonar el despertador a las 8’45 ya estábamos despiertos. Poco
más de las 9’30 salimos a desayunar, aunque en el hotel lo teníamos incluido,
al ser bastante básico, decidimos ir a desayunar al Tim Hortons donde cenamos
ayer (esta vez ya de día, fuimos andando). Pedimos unos donuts y unos chocolates,
que la verdad al final no estuvieron muy allá.
Tras el desayuno, sobre las 10’30 hicimos
el check-out, cargamos las maletas por última vez en nuestro Ford Expedition,
arreglamos la basurilla que se va acumulando en el coche durante dos semanas de
viaje, y revisamos que no nos dejábamos nada.
El día estaba bastante nublado y un
poco lluvioso, no teníamos muy claro que hacer durante el tiempo que nos
sobraba hasta que se hiciera la hora de ir al aeropuerto, así que buscamos en
internet por los alrededores y pusimos dirección hacia
Oukville, serían unos 20 minutos, pero no encontramos el centro que era lo que
buscábamos, así que pusimos rumbo hacia el aeropuerto, aun nos sobraba tiempo pero
ya no queríamos alejarnos más.
Por Mississauga (la población donde
está el aeropuerto) encontramos Port Credit Lighthouse, una especie de faro, así que paramos en el
parking, dimos una vueltecilla y aprovechamos para rematar las existencias de
provisiones que nos quedaban, refrescos, cervezas y patatas fritas.
También aprovechamos para hacernos las
fotos de grupo con el coche, aunque al coche sí que le habíamos hecho varias
fotos, nos faltaba la foto de familia.
Y ya rumbo al Aeropuerto Internacional
de Pearson, tardaríamos 15-20 minutos, para ser sábado vimos bastante tráfico.
Llegamos alrededor de las 2 de la tarde, y dejamos el coche, sin tanta prisa
como otras veces. Tras largos pasillos y unas cintas transportadoras exprés (no
las habíamos visto nunca), fuimos a facturar.
Tras la imposibilidad de hacer el check-in
ayer, ya sabíamos que nos iban a dar alguna de las últimas filas, y así fue. En
nuestra reserva, este primer vuelo nos dieron los tres asientos juntos, pero los
del segundo bastante separados; y en la otra reserva en este vuelo les dieron los
asientos separados y tras protestar, se los dieron juntos. Lo de separar a
personas de una misma reserva es una técnica, bastante fea por cierto, para que
pagues por los asientos; en realidad hoy en día, se diferencian poco las compañías
tradicionales de las low-cost, sí hay que pagar una tarifa superior por facturar
maleta y hay que pagar por el asiento para que no te separen, diferencias hay
pocas.
En el control de seguridad nos
revisaron una mochila, y es que llevábamos en los bolsillos, dos mini botellas
de agua que nos habían dado en el vuelo de ida, y ya ni nos acordábamos.
Una vez pasado el control tocaba ir
buscando sitio para comer, elegimos una de esas zonas que cada uno se compara
lo que quiere y las mesas están conjuntas para todos; aunque había bastante
gente, encontramos mesa sin excesiva dificultad. Yo me pedí una trozo de pizza
margarita que acompañe del último Canadan Dry (es similar al Sprite) del viaje, y para
ser aeropuerto no tenía mal precio, al cambio costó cerca de 7 €.
Al final echamos allí un buen rato,
hasta nos tomamos unas cervezas, que valían prácticamente
igual que la comida, alrededor de 7 €, pero el tamaño era considerable, una
pinta (algo más de medio litro). Y por supuesto aun compramos alguna cosita
más; preguntamos y nos dejaron pagar mitad en efectivo y mitad con tarjeta, y así
nos deshicimos de todos los dólares canadienses en metálico que nos quedaban.
La salida de nuestro vuelo era a las 18’20,
la zona de embarque resultó ser muy caótica, pues se juntaban las colas de la gente
de dos vuelos diferentes, tuvimos que preguntar si estábamos en la cola
correcta, y menos mal porque no era esa; nuestra cola en realidad transcurrió
en la sala de al lado, así que las locuciones que oíamos no eran de nuestro
vuelo.
Embarcamos algo más tarde de la hora
prevista y salimos con unos 20 minutos de retraso, se nos hizo bastante largo hasta
que nos pudimos quitar los cinturones, este avión era bastante más estrecho que
el de ida, y todavía no nos habíamos habituado a ello.
Al quitarnos los cinturones, nos
dieron un snack, que podías acompañar de un cubata (no fue nuestro caso). Una
hora y algo más tarde nos dieron la cena, Alfredo y yo pedimos ternera, y yo
rematé el postre con un Baylies.
La noche se hizo pesada por la estrechez
de los asientos, justo antes de tener que ponerse los cinturones para
aterrizar, nos dieron el desayuno, que era una magdalena y un poco de fruta.
Llegamos al Aeropuerto de Frankfurt unos 15 minutos antes de su hora prevista,
que era las 8’00; desembarcamos al final de las puertas Z y teníamos que ir hasta
la zona A, nos llevaría unos 20 minutos andando.
Nos acomodamos para esperar la salida de nuestro vuelo a Valencia, que era a las 9’50, lo retrasaron a las 10’25
y todavía salió unos 15 minutos más tarde. En este vuelo los tres de nuestra
reserva íbamos separados, pero bueno la mayor parte del vuelo nos lo pasamos
durmiendo. Al final, de las 12’05 que era su hora de llegada,
acabamos llegando a las 12’45, esperamos un rato las maletas, y a por nuestro
taxi. Nada más salir del aeropuerto notamos el agobiante calor que nos recibía y
fuimos directos a nuestro Taxi Horta Sud (con los que vinimos), que ya nos
estaba esperando.
Llegamos a casa, dejamos las maletas y
buscamos una terraza para comer, con una buena sombra
y una buena corriente de aire.
Yo pase la tarde deshaciendo maletas, si
me acuesto a dormir la siesta, soy incapaz de levantarme en un par de horas.
Sobre las 8 quedamos los seis viajeros
para cenar en el Bar Andragos como siempre, y ponerle el punto y final a este
viaje, que tanto nos había gustado a todos.
El día al final fue más llevadero de
lo que me esperaba, sobre las 11 a dormir y tras 10-11 horas de sueño, nos
levantamos; cansados pero sin jet lag.
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