Días 14 y 15: Mississauga y vuelos de regreso

Kilómetros aproximados: 80.

El último día ya no hubieron madrugones, al sonar el despertador a las 8’45 ya estábamos despiertos. Poco más de las 9’30 salimos a desayunar, aunque en el hotel lo teníamos incluido, al ser bastante básico, decidimos ir a desayunar al Tim Hortons donde cenamos ayer (esta vez ya de día, fuimos andando). Pedimos unos donuts y unos chocolates, que la verdad al final no estuvieron muy allá.

Tras el desayuno, sobre las 10’30 hicimos el check-out, cargamos las maletas por última vez en nuestro Ford Expedition, arreglamos la basurilla que se va acumulando en el coche durante dos semanas de viaje, y revisamos que no nos dejábamos nada.




El día estaba bastante nublado y un poco lluvioso, no teníamos muy claro que hacer durante el tiempo que nos sobraba hasta que se hiciera la hora de ir al aeropuerto, así que buscamos en internet por los alrededores y pusimos dirección hacia Oukville, serían unos 20 minutos, pero no encontramos el centro que era lo que buscábamos, así que pusimos rumbo hacia el aeropuerto, aun nos sobraba tiempo pero ya no queríamos alejarnos más.


Por Mississauga (la población donde está el aeropuerto) encontramos Port Credit Lighthouse,  una especie de faro, así que paramos en el parking, dimos una vueltecilla y aprovechamos para rematar las existencias de provisiones que nos quedaban, refrescos, cervezas y patatas fritas.





También aprovechamos para hacernos las fotos de grupo con el coche, aunque al coche sí que le habíamos hecho varias fotos, nos faltaba la foto de familia.



Y ya rumbo al Aeropuerto Internacional de Pearson, tardaríamos 15-20 minutos, para ser sábado vimos bastante tráfico. Llegamos alrededor de las 2 de la tarde, y dejamos el coche, sin tanta prisa como otras veces. Tras largos pasillos y unas cintas transportadoras exprés (no las habíamos visto nunca), fuimos a facturar.


Tras la imposibilidad de hacer el check-in ayer, ya sabíamos que nos iban a dar alguna de las últimas filas, y así fue. En nuestra reserva, este primer vuelo nos dieron los tres asientos juntos, pero los del segundo bastante separados; y en la otra reserva en este vuelo les dieron los asientos separados y tras protestar, se los dieron juntos. Lo de separar a personas de una misma reserva es una técnica, bastante fea por cierto, para que pagues por los asientos; en realidad hoy en día, se diferencian poco las compañías tradicionales de las low-cost, sí hay que pagar una tarifa superior por facturar maleta y hay que pagar por el asiento para que no te separen, diferencias hay pocas.

En el control de seguridad nos revisaron una mochila, y es que llevábamos en los bolsillos, dos mini botellas de agua que nos habían dado en el vuelo de ida, y ya ni nos acordábamos.

Una vez pasado el control tocaba ir buscando sitio para comer, elegimos una de esas zonas que cada uno se compara lo que quiere y las mesas están conjuntas para todos; aunque había bastante gente, encontramos mesa sin excesiva dificultad. Yo me pedí una trozo de pizza margarita que acompañe del último Canadan Dry (es similar al Sprite) del viaje, y para ser aeropuerto no tenía mal precio, al cambio costó cerca de 7 €.


Al final echamos allí un buen rato, hasta nos tomamos unas cervezas, que valían prácticamente igual que la comida, alrededor de 7 €, pero el tamaño era considerable, una pinta (algo más de medio litro). Y por supuesto aun compramos alguna cosita más; preguntamos y nos dejaron pagar mitad en efectivo y mitad con tarjeta, y así nos deshicimos de todos los dólares canadienses en metálico que nos quedaban.

La salida de nuestro vuelo era a las 18’20, la zona de embarque resultó ser muy caótica, pues se juntaban las colas de la gente de dos vuelos diferentes, tuvimos que preguntar si estábamos en la cola correcta, y menos mal porque no era esa; nuestra cola en realidad transcurrió en la sala de al lado, así que las locuciones que oíamos no eran de nuestro vuelo.

Embarcamos algo más tarde de la hora prevista y salimos con unos 20 minutos de retraso, se nos hizo bastante largo hasta que nos pudimos quitar los cinturones, este avión era bastante más estrecho que el de ida, y todavía no nos habíamos habituado a ello.

Al quitarnos los cinturones, nos dieron un snack, que podías acompañar de un cubata (no fue nuestro caso). Una hora y algo más tarde nos dieron la cena, Alfredo y yo pedimos ternera, y yo rematé el postre con un Baylies.

La noche se hizo pesada por la estrechez de los asientos, justo antes de tener que ponerse los cinturones para aterrizar, nos dieron el desayuno, que era una magdalena y un poco de fruta. Llegamos al Aeropuerto de Frankfurt unos 15 minutos antes de su hora prevista, que era las 8’00; desembarcamos al final de las puertas Z y teníamos que ir hasta la zona A, nos llevaría unos 20 minutos andando.

Nos acomodamos para esperar la salida de nuestro vuelo a Valencia, que era a las 9’50, lo retrasaron a las 10’25 y todavía salió unos 15 minutos más tarde. En este vuelo los tres de nuestra reserva íbamos separados, pero bueno la mayor parte del vuelo nos lo pasamos durmiendo. Al final, de las 12’05 que era su hora de llegada, acabamos llegando a las 12’45, esperamos un rato las maletas, y a por nuestro taxi. Nada más salir del aeropuerto notamos el agobiante calor que nos recibía y fuimos directos a nuestro Taxi Horta Sud (con los que vinimos), que ya nos estaba esperando.

Llegamos a casa, dejamos las maletas y buscamos una terraza para comer, con una buena sombra y una buena corriente de aire.

Yo pase la tarde deshaciendo maletas, si me acuesto a dormir la siesta, soy incapaz de levantarme en un par de horas.

Sobre las 8 quedamos los seis viajeros para cenar en el Bar Andragos como siempre, y ponerle el punto y final a este viaje, que tanto nos había gustado a todos.

El día al final fue más llevadero de lo que me esperaba, sobre las 11 a dormir y tras 10-11 horas de sueño, nos levantamos; cansados pero sin jet lag.

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