Logramos ponernos en marcha prontito,
poco más de las 8 ya estábamos en la carretera; a esas horas el tráfico en la
ciudad estaba bastante bien, y no nos costó mucho salir.
Nos esperaban unas seis horas de viaje hasta llegar a nuestro destino de hoy, así que como a mitad camino habían una cascada, hicimos una parada; antes compramos en un Wallmart, algo para
desayunar los dos próximos días. El trayecto se hizo algo pesado porque el
asfalto tenía baches.
Cuando ya estábamos en la cola de
entrar a las CASCADA DE MONTMORENCY, nos dimos cuenta que estábamos en la parte
de arriba, cuando nuestro plan era ir a la parte de abajo, pero siguiendo un
cartel acabamos arriba. Precio: 8 C$ impuestos incluidos. Horario Parking: 8’30
a 17’15. Precio Parking: 4 C$ impuestos incluidos. Horario Cable Car: 8’30 a
16. Precio ida y vuelta: 14’57 C$.
La
CASCADA DE MONTMORENCY tiene 83 metros de altura y es la más alta de la
provincia de Quebec, está situada en la desembocadura de río Montmorency sobre
el río San Lorenzo, justo enfrente de la isla de Orleans. Fue llamada así por
Samuel de Champlain, en honor a Enrique II de Montmorency, virrey de la
Nouvelle-France de 1620 a 1625.
Fuimos por el paseo hasta el puente
colgante, hicimos unas fotos y regresamos; en realidad esta parada era para
estirar un poco las piernas. Las vistas desde arriba no son muy espectaculares,
pero descartamos bajar por falta de tiempo.
Volvimos al coche y al poco paramos a
comer en un Subway, unos bocatas calentitos bien ricos, la comida costó 61 C$ (salimos
a 7 € por persona).
Nos quedaban otras tres horas hasta
nuestro destino, pillamos bastante tráfico y además obras, por lo menos poco a
poco, a medida que subíamos hacia el norte, el paisaje iba siendo cada vez más
bonito; nos llamaba la atención, la señal del alce, en la que dice que si ves
uno llames a un número de teléfono, pues la carretera esta vallada y sería
porque el animal se habría perdido.
Para llegar a TADOUSSAC, hay que coger
un ferry en Baie-Sainte-Catherine, el trayecto son poco más de cinco minutos,
sale en ambas direcciones cada 20 minutos, funciona las 24 horas con la misma frecuencia y es gratuito.
Al salir del ferry fuimos directos a
la casa, en un par de minutos llegamos a HÔTEL SOUS LA CROIX, un bonito
alojamiento en lo alto del pueblo, hicimos el check-in y sin perder tiempo
salimos.
Primero fuimos a un mirador que hay encima
de la casa (con el coche), el sol comenzaba a ocultarse tras la montaña, y el
cielo nos mostraba unos bonitos colores.
Y con el coche también, luego bajamos
al pueblecito, dimos una vuelta por el paseo, y a cenar.
Cenamos en Chant Martin, que habíamos reservado por la tarde,
el restaurante se encuentra muy cerca del hotel, aunque como suele ser normal,
ir andando complicado; pedimos pollo, brochetas de pollo y salmón, también
pedimos para probar unas putin, que
es el plato típico que consiste en unas patatas fritas, con trozos de queso y
bañadas en salsa de carne, que no nos gustaron; no
sé si fue porque las patatas fritas en salsa no nos convencen, o porque la
salsa no nos acabó de gustar, el hecho es que ya no volvimos a pedir. La
cena, junto con las bebidas y algunos postres costó 175 C$ con propina del 15%
incluida (salimos a unos 23 € por persona).
Regresamos al coche y a nuestra
casita, mañana era uno de los días marcados de este viaje, el avistamiento de
ballenas.
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